El texto forma parte del libro Cuando enseñamos y aprendimos en casa. La pandemia en las escuelas de Colima, coordinado por Juan Carlos Yáñez y Rogelio Javier Alonso (2020), publicado por Puertabierta Editores y el gobierno del estado de Colima. Se reproduce para el Faro Educativo del INIDE y el sitio del Morral de la Red de Mujeres Unidas por la Educación con el permiso del autor, los coordinadores del libro y los editores.
Ma. Reyna Zepeda Pamplona
Introducción
La situación inesperada y excepcional que vivimos descubre enormes dificultades en todos nuestros sistemas, especialmente el educativo. A raíz de la indicación por parte de las autoridades de la Secretaría de Educación Pública del cierre de planteles como medida preventiva ante la pandemia del coronavirus, nos enfrentamos a un escenario de incertidumbre en el que toda la comunidad escolar se enfoca en tratar de atender favorablemente a su alumnado.
La UNESCO ha informado que hay 188 países afectados por el cierre de escuelas, lo que involucra a más de 1,570 millones de estudiantes en todo el mundo, es decir, el 92% de la población estudiantil global. Organizaciones como Save the Children ya han alertado del impacto que esta realidad tiene en millones de hogares y en la educación que reciben niños y jóvenes. En encuestas realizadas a familias de diferentes países, se señala que un alto porcentaje asegura tener dificultades para acceder a los materiales que les proporcionan los centros educativos, especialmente en los estratos con mayores dificultades económicas.
El presente capítulo pretende analizar la situación que, en estos meses de confinamiento, presenta el alumnado con barreras para el aprendizaje y la participación social, así como los problemas que pueden originarse en los apoyos y recursos que habitualmente dicha población tiene a su disposición en los centros educativos. Por otro lado, se plantean retos que a corto y mediano plazos podemos afrontar respecto a los aprendizajes de nuestra experiencia en esta crisis.
Contextualización
En Colima, como en todo el mundo, se viven los estragos de la pandemia. En esta entidad se tomaron medidas de confinamiento social desde marzo y cerraron las escuelas desde el día 13, trayendo como consecuencia el desafío en torno al cambio de paradigma del trabajo educativo presencial, para intentar hacerlo a distancia.
Desde la función como docente de apoyo en la Unidad de Servicios de Apoyo a la Educación Regular (USAER) No. 2, me desempeño en la escuela primaria Adolfo López Mateos, turno matutino. El plantel es encabezado por un director que ejerce liderazgo académico, con evidente capacidad de gestión para los aprendizajes de los alumnos y para asuntos organizativos, ejerciendo la función con un enfoque humanista. En la escuela se toman en cuenta los puntos de vista del equipo docente, los miembros del Consejo Técnico Escolar, el estudiantado, las familias, el personal de USAER y otros miembros de la comunidad, para contribuir en el logro de los aprendizajes del alumnado.
En esta institución, además, realizo la función de orientación para el desarrollo del Programa Escolar de Mejora Continua (PEMC), bajo un enfoque inclusivo que favorezca el involucramiento de toda la comunidad educativa. Puedo afirmar, con beneplácito, que la escuela se maneja bajo ese enfoque, definida esta cualidad por la UNESCO como “aquella que responde positivamente a la diversidad de las personas y a las diferencias individuales, entendiendo que la diversidad no es un problema, sino una oportunidad para el enriquecimiento del aprendizaje”.
Desde la función docente se contemplan entonces tres rubros: primero, el apoyo al centro educativo en la función de orientación para el desarrollo del Programa Escolar de Mejora Continua; segundo, el acompañamiento y asesoría a docentes; y, tercero, la atención al alumnado y sus familias. Los tres son grandes desafíos ante el escenario de educación a distancia. Los espacios de interacción y apoyo son variados: sesiones de Consejo Técnico Escolar, reuniones de academia, espacios de organización escolar y trabajo directo en el aula, entre otros.
Panorama general de acciones realizadas: servicios atendidos y prácticas inclusivas
Como servicio de USAER hemos considerado referente de nuestras acciones a Mel Ainscow, autoridad mundial en el tema de la inclusión y actual consultor de la UNESCO. Así, se tomaron en cuenta los pasos que propone para la inclusión: 1. Tener como directriz la inclusión de alumnos; 2. Capitalizar habilidades y conocimientos existentes en la escuela; 3. Promover el desarrollo de un lenguaje compartido sobre la práctica; y 4. Promover el respeto por la diferencia, así como la generación de ambientes inclusivos.
El periodo de confinamiento no ha sido la excepción para aplicarlos. Hemos estado atentos en la participación de las familias para lograr que la mayoría de los alumnos tengan alguna opción de trabajo, según sus condiciones contextuales de tipo económico, recursos materiales y presencia familiar de apoyo educativo en casa. A través de reuniones del colectivo escolar, de sesiones de Consejo Técnico Escolar o de comunicación directa con docentes o directivo, identificamos a los estudiantes que no están trabajando en ninguna modalidad propuesta a nivel nacional o local. Hicimos contacto con padres de familia de alumnos en condición de rezago o discapacidad, trastorno, dificultades severas, aptitudes sobresalientes o con algún tipo de barrera para el aprendizaje y la participación, buscando orientar a padres y madres para brindar apoyos y atención mediante alguna herramienta virtual, fortalecer los procesos de aprendizaje para encontrar alternativas de trabajo en casa y proporcionando materiales o sugerencias para dicho fin.
De los niños que requieren atención especial, dialogamos con sus docentes para dar sugerencias, preguntar sobre su participación y respuesta al trabajo, evitando que esos alumnos se sientan saturados de actividades.
Comentaré de un caso atendido para ilustrar este apartado. Se trata de una estudiante que cursa el primer grado de primaria y tiene discapacidad intelectual asociada a trisomía 21, mejor conocido como síndrome de Down. Con base en la teoría psicogenética de Jean Piaget, sus alcances de desarrollo perte- necen a la etapa preoperacional, que corresponden a una edad de cuatro o cinco años. Su lenguaje es ininteligible. En matemáticas manifiesta inconsistencias de nociones lógicas e inicia en el manejo de cuantificadores. En el proceso de adquisición de la lectoescritura se encuentra en nivel conceptual presilábico. De esta forma, algunas actividades generadas desde las opciones nacionales o locales requerían de ajustes razonables en lo curricular, por lo que, de manera muy cercana con padres de familia, se brindaron orientaciones y materiales adaptados a la menor, según se sugiere en el Diseño Universal de Aprendizaje (DUA).
Los padres de la niña, de manera voluntaria, estuvieron compartiendo evidencias de sus actividades. La familia es de escasos recursos económicos y hacen el esfuerzo por darle los apoyos necesarios, especialmente en el papel de familiar monitor. La alumna avanza, está motivada y reconoce sus logros. La docente de la menor y yo tenemos constante comunicación para el monitoreo del avance. Obligadamente debo reconocer que este caso es exitoso por los catalizadores y apoyo incondicional emanado del sistema familiar.
En otros casos, como el del alumnado con Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad (TDAH), se generaron recomendaciones contextualizadas al espacio familiar para manejo académico y conductual, aunadas con elementos propios para vivir el confinamiento con estabilidad emocional. Con los profesores de estos niños el contacto fue constante para dialogar y planear el desarrollo del trabajo a distancia, aconsejando sobre posibles materiales, recomendando ajustes curriculares razonables y participando en sugerencias puntuales de apoyo académico y conductual desde casa, facilitando la comprensión y el manejo de los alumnos.
Valoro al personal de la escuela porque en ésta aprenden juntos infantes con o sin alguna condición que dificulte el aprendizaje o la participación, favoreciendo interacciones positivas y prácticas de inclusión. Por otra parte, también se han identificado estudiantes con posible aptitud sobresaliente, por lo que en tiempos de COVID-19 hemos dado seguimiento al proyecto escolar para atender a este alumnado, proporcionando materiales, dando seguimiento a familias y participando activamente en videollamadas entre docente de aula y niños con dicha condición.
También, durante el aislamiento social hemos gestionado, conjuntamente con el director de la primaria, apoyos externos para evitar el rezago educativo y promover el desarrollo de funciones ejecutivas del pensamiento en alumnos con posible aptitud sobresaliente (con miras a generalizar para todo el alum- nado), entre otras acciones. De estas gestiones se han obtenido respuestas favorables en instituciones de prestigio educativo en el Estado, que se integrarán al trabajo escolar, además de que se continúa en la búsqueda y revisión de apoyos materiales para dar continuidad a proyectos en marcha en el plantel.
Evidentemente este fenómeno viene a mover los paradigmas y concepciones respecto a la práctica académica, haciendo visibles nuevos desafíos y reflexiones, favoreciendo la existencia de experiencias distintas y, por consecuencia, aprendizajes particulares que permiten la innovación progresiva de pro- puestas frente al quehacer educativo, así como nuevas formas de acompañamiento, asesoría y seguimiento en la atención del alumnado.
Valoración personal de la experiencia
A manera de reflexión, como profesora de apoyo, ante el COVID-19 pasé por varios procesos. En un primer momento quedé estupefacta, sin reaccionar en forma inmediata, con temor ante el cambio por no saber con exactitud cómo enfrentar los nuevos desafíos. Tengo 35 años de experiencia docente y nunca antes viví algo similar. Esta contingencia me paralizó, pero reaccioné después: me preparé participando en diferentes foros, seminarios web de corte educativo con enfoque humanista, de tipo socioemocional para enfrentar el confinamiento, conversatorios, videoconferencias, cursos sobre manejo de plataforma educativa, etc. Todo esto a la par del trabajo mencionado.
Considero que el manejo del estrés y la resiliencia son elementos cruciales para el sano desempeño. Trabajar a distancia con directivos, profesores, familias y alumnos es una gran experiencia. En el recuento educativo, la contingencia me ayudó en el crecimiento profesional, desarrollo del pensamiento creativo, discernir o privilegiar aprendizajes significativos, tener mayor conocimiento y cercanía con familias haciendo equipo para el logro de aprendizajes de sus hijos, dar énfasis al sentido y enfoque humanista, así como profundizar de manera práctica en la pedagogía sistémica, porque cada hogar es diferente. Conocer los sistemas familiares de los contextos en los que viven nuestros alumnos va más allá de hacer entrevistas, abarca la empatía y, por qué no decirlo también, afianzar afectos y comprender la realidad que enfrentan algunos niños.
Conclusión general
Al finalizar el análisis debo decir que el COVID-19 ha influido de manera positiva en ciertas aristas de la educación. Después del confinamiento tendremos mayor apertura, estaremos más preparados y dispuestos a desarrollar los proyectos o programas para el logro de aprendizajes en el alumnado.
La naturaleza del distanciamiento social claramente es perjudicial para muchos estudiantes con discapacidades que requieren exactamente lo contrario: una red fuerte y estrecha de personas que apoyen sus diversas necesidades. Será importante medir el impacto global al respecto, recordando que la pedagogía sistémica nos invita a focalizar las situaciones contextuales en que viven las familias y, por consecuencia, a considerar que cada caso es único, aunado al grado de severidad de las discapacidades atendidas.
El coronavirus afecta la atención que recibe el alumnado con requerimientos de intervención educativa especial, entre los que se encuentran aquellos que presentan discapacidades, trastornos o dificultades severas o que enfrentan algún tipo de barrera para el aprendizaje y la participación. Sin embargo, considero que las escuelas pueden ir más allá de los servicios educativos convencionales y, en la siguiente etapa, al hacer uso de la experiencia ganada, valorar los pequeños grandes logros; ésta será punto de referencia para la mejora.
Los grandes desafíos requieren de cambios sustanciales, fuertes y decididos. Una vez compartida mi experiencia me quedo con retos y oportunidades de innovación progresiva en el terreno de la educación especial a distancia: sugerir ajustes al trabajo escolar, orientar para fortalecer la inclusión en los servicios y plantear permanentemente el DUA como medio de respuesta educativa a toda la diversidad de alumnos.
Existe agotamiento por lo abrumadores que han sido los cambios como, por ejemplo, los esfuerzos por manejar de manera eficiente las tecnologías para el trabajo. Sin embargo, me atrevo a asegurar que el inicio del próximo ciclo escolar será, sin duda, más favorable, aún con grandes desafíos, sobre todo en aspectos como la evaluación formativa, que den pertinencia a nuestro quehacer para contribuir en el esfuerzo nacional por lograr las metas del sistema. Los aprendizajes profesionales adquiridos abren otros posibles horizontes educativos. Se ha hecho mucho y a pasos agigantados. Pero el reto de la educación a distancia sigue siendo una asignatura pendiente para muchos, aunque otros han destacado en el uso de la tecnología para la mediación del aprendizaje.
El gran desafío que está por venir ya no nos tomará por sorpresa, pero exige una mayor coordinación y preparación virtual (mientras sigamos en confinamiento) de docentes, personal de apoyo, padres de familia y alumnos, para así cumplir las metas de aprendizaje propuestas, pretendiendo que nadie se quede fuera, que nadie se quede atrás en el aula y en la escuela.
La inclusión es el mayor reto para las escuelas en todo el mundo, pues busca responder a una pregunta compleja: ¿cómo desarrollar estrategias para proporcionar una educación efectiva a todos los niños? Internacionalmente, este tema es un foco central de la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible de las Naciones Unidas, que compromete a los países para asegurar una educación inclusiva y de calidad y promover oportunidades de aprendizaje a lo largo de la vida para todos.