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Nota informativa N°11

En marzo de 2021 se presentó el libro ‘La crisis del reformismo educativo en México’, de Juan Carlos Miranda Arroyo. Para comentarlo y dialogar sobre las reformas en materia de política educativa de los últimos años, a partir de los planteamientos centrales del texto aludido, se dieron cita el autor del libro, el coordinador editorial de Educación Futura, la coordinadora del Faro Educativo y dos especialistas. Dejamos esta nota que resume esta conversación esperando sea de su interés.

Comienza la conversación

En marzo pasado se presentó el libro ‘La crisis del reformismo educativo en México’ de Juan Carlos Miranda Arroyo. A continuación, se hace un breve recuento de los principales puntos discutidos en el orden en el que fueron expuestos por las y los participantes del diálogo.

Catalina Inclán, investigadora del Instituto de Investigaciones sobre la Universidad y la Educación (IISUE), inició la conversación resaltando la importancia de que se hable de temas de política educativa en una modalidad que permita incorporar a un público diverso para entender y discutir la realidad educativa, ya que, muchas veces, la academia es muy rígida. Para entrar en materia, Inclán destacó que las políticas y las reformas no cambian la realidad radicalmente de un día para el otro, “no son súbitas”, sino que operan como procesos. Debido a lo imbricado de estos procesos, la académica señaló la importancia de dar cuenta de los métodos utilizados para analizar las políticas; no sólo para mostrar la seriedad del ejercicio, sino también para contribuir a la formación de personas jóvenes interesadas en la investigación educativa. 

Arcelia Martínez Bordón, investigadora del Departamento de Educación de la Universidad Iberoamericana Ciudad de México y coordinadora del Faro Educativo, coincidió con Inclán y con Miranda, al decir que los cambios en el sistema educativo no se dan de forma inmediata, por lo que es preocupante que cada seis años, al entrar una nueva administración al poder ejecutivo federal, se rompa, al menos discursivamente, con todo lo previo y se proponga comenzar de cero. En esa medida, Martínez Bordón dijo que el gradualismo educativo que señala Miranda no sería, en su mirada, algo necesariamente criticable, en tanto que justamente cuando hay tantos cambios estos no se logran materializar en el sistema ni aterrizar en las escuelas. 

La coordinadora del Faro Educativo también reflexionó sobre la idea de Miranda Arroyo respecto a que es más importante el cambio desde las prácticas escolares, en lugar del ocurrido en el marco de la política, y señaló que:

… desde la política pública se pueden cambiar ciertas cosas […] algunas cosas se pueden cambiar desde arriba, por ejemplo, con los presupuestos. […] por lo que, no puede haber cambio sin afectar los elementos de ambas partes.

Martínez cerró su primera intervención al decir que la política educativa y la mejora educativa nos requiere a todos y todas.

Manuel Gil Antón, investigador del Centro Estudios Sociológicos del Colegio de México (Colmex), señaló que “las reformas educativas son imposibles como las hemos vivido porque están fincadas sobre arena”. Para explicarlo, el académico comentó que estas reformas en México están basadas en espejismos —alrededor del tiempo, del espacio, de los actores involucrados, del espacio desde dónde pueden surgir los cambios, etc.—; asimismo, dijo que estos cambios normativos están basados en simplismos, al no considerar una concepción compleja de la infraestructura escolar, del espectro cultural, de los problemas educativos, de las condiciones requeridas para las soluciones, etc. 

Así, Gil Antón calificó a ambas reformas educativas, tanto la del sexenio pasado, como la del actual, como “pragmáticas”, en lugar de “programáticas”, y como “incapaces” de transformar procesos de aprendizajes en las escuelas, en donde únicamente se toman por encima las órdenes para cumplir con ellas. 

Antes de dar la palabra al autor del libro, Erik Juárez, coordinador editorial de Educación Futura y moderador del evento, expresó que, actualmente, se continúa con las mismas prácticas de la política educativa del sexenio anterior en lo que ahora denominó “la mal-llamada revalorización del magisterio”, sin tomar en cuenta a “los actores que están en la primera línea de batalla”.

Con ello, Juan Carlos Miranda Arroyo, profesor-investigador de la Universidad Pedagógica Nacional (UPN) Querétaro y autor del libro en cuestión, además de agradecer a las y los lectores, a las autoridades de la UPN, y a quienes colaboraron en la edición del libro, mencionó que este libro da continuidad a sus obras previas, pero con una nueva pregunta central: “¿Por qué tenemos esta obsesión por echar a andar reformas?”. Miranda Arroyo mencionó que el patrón utilizado en los últimos dos sexenios ha sido modificar el artículo tercero Constitucional, siendo siempre una interrogante en qué momento los docentes y directivos fueron escuchados para dialogar. Esto, señaló, ha generado una crisis de credibilidad y legitimidad de las iniciativas reformistas.

 

Catalina Inclán mencionó que el libro discutido se centra en un triángulo: educación-reforma-política pública; sin embargo, hizo notar que el autor no siempre hace explícito el método que utiliza para analizar las políticas, pese a que dejarlo claro puede ser de mucha utilidad, especialmente para estudiantes, docentes y otras personas investigadoras. 

Arcelia Martínez Bordón, inició su segunda participación con dos preguntas clave: “¿Cuál es el papel de investigadoras e investigadores de la educación que se encuentran como intermediarios que buscan entender, traducir y abrir el debate?” “¿Cómo tender puentes entre las esferas de la toma de decisiones y las comunidades escolares?”

En el caso de quienes se dedican a la investigación, sugirió pasar de las observaciones generales de la política educativa al análisis de instrumentos de política más concretos en los que se hace —o no— operativa, y haciendo uso de diversas metodologías. 

En cuanto a los puentes entre las y los tomadores de decisiones y los centros escolares señaló que se requiere de voluntad política y humildad para mantener lo que sí ha funcionado en el pasado, así como para construir consensos:

Es ilusorio, de pronto, pensar que todo puede llegar a buen puerto sin consensos y es ilusorio pensar que podemos cambiar la educación si las cosas se quedan en una confrontación entre cúpulas si eso no aterriza en la escuela.

También preguntó: ¿Qué tanto las reformas necesitan hacerse desde abajo? ¿Se puede reconocer que también pueden hacerse desde arriba, pero que requieren de consenso? ¿Hasta dónde consensuar? ¿Cuánto tiempo podemos dedicar a ello? ¿Es posible en el contexto político e institucional?

Manuel Gil Antón estuvo de acuerdo en que se requieren cambios en las políticas públicas, pero deteniendo la inercia del reformismo, es decir, de creer que los cambios se logran al transformar la Constitución múltiples ocasiones sobre el falso supuesto de que la Constitución es inamovible. En suma, consideró el académico, sí se pueden hacer cambios “desde arriba”, pero no en los plazos y con las concepciones homogeneizadoras que se sostienen.

En respuesta a la pregunta planteada por Inclán, Juan Carlos Miranda Arroyo dijo que su metodología en el libro no es académica, sino lo que llamó un “análisis de coyuntura”, y que tiene el fin de fungir como un texto de divulgación. Respecto a su forma de interpretar el reformismo en el sistema educativo planteó:

  • La 4T se autodenomina como una contrarreforma.
  • La reforma de la 4T tiene características de un reformismo progresista moderado, mientras que en 2013 se trató de un reformismo apegado a recomendaciones internacionales, que buscaba ceñirse a un marco de evaluación de los elementos del sistema.
  • Comparada con la reforma de 2013, la de 2019 es “una misma reforma, pero sin púas, ni dientes”; ha habido continuidad en cómo se aborda lo educativo.

Para iniciar la ronda de conclusiones, Inclán dijo que las escuelas cambian con o sin las reformas y la pandemia ha sido un ejemplo de ello, pues “una reforma desde abajo también es una reforma”. Martínez Bordón, por su parte, hizo hincapié en que es una ilusión pensar que se pueden hacer cambios sin profesores; sin embargo, es necesario poner la lupa en lo que hace la autoridad porque, independientemente de que la escuela resuelve los imprevistos, la política educativa tendría que apoyar y sostener los esfuerzos realizados en los centros educativos. Gil Antón señaló que hay que tener paciencia y claridad, tanto en los análisis, como en los cambios mismos, pues no lo pueden hacer ni el magisterio solo, ni las políticas solas.

Erick Juárez expresó que las púas de la reforma de 2013 no fueron retiradas en la actual, sino que, más bien, cambiaron de lugar, con el recorte de presupuestos, la no re-apertura de las Escuelas Normales, entre otras cuestiones. Por último, Miranda Arroyo, reforzó que existe una crisis de legitimidad en el reformismo, por lo menos en México, y planteó la necesidad de preguntarnos: “¿Cómo hacemos para que las voces de las y los docentes verdaderamente sean escuchadas y sean parte de estas transformaciones?”

Si desean escuchar el diálogo sostenido a propósito de la presentación del libro La crisis del reformismo educativo en México’, les dejamos la liga del evento: https://www.facebook.com/516306551772672/videos/466028314520324

Desde el Faro Educativo colocamos las siguientes preguntas para continuar con la reflexión:

  • ¿Quiénes se involucran y quiénes debería involucrarse en el diseño de las reformas y de las políticas educativas? 
  • ¿Estas deben hacerse de “arriba hacia abajo” o “abajo hacia arriba”? ¿Es posible y deseable encontrar un término “medio”? 
  • ¿Qué significa el gradualismo en las reformas educativas? ¿Es algo que debamos condenar o buscar?
  • ¿Cómo abrir y sostener canales de diálogo entre los diferentes actores involucrados en la mejora educativa?

¡Acompáñanos a observar (y a discutir) las políticas educativas!

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