Blog del Faro

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Escribir un diario de educación

En este breve escrito, Juan Carlos Yáñez Velasco, profesor investigador de la Universidad de Colima, nos reseña su experiencia de escribir su último libro "Diario de Educación", que incluye poco más de cuarenta textos aparecidos en el portal periodístico madrileño el Diario de la Educación. Juan Carlos reflexiona sobre cómo escribir en prensa sobre temas educativos "es una obligación intelectual, ética y pedagógica".

Comienza la conversación

Juan Carlos Yáñez Velazco
Profesor investigador en la Universidad de Colima

En las semanas más inciertas de la pandemia dediqué una parte de la jornada a observar videos en YouTube. Cuando me cansé de seminarios web y entrevistas a expertos en educación, viajé al territorio literario. José Saramago, Jorge Luis Borges, Juan Rulfo, Roberto Bolaño, Carlos Fuentes, Julio Cortázar, Juan Filloy y Juan Villoro, entre otros, se convirtieron en refugio vespertino placentero. 

Recuerdo muy bien una de aquellas entrevistas a Julio Cortázar. El escritor argentino afirmó: un libro más es un libro menos. Se me clavó en la memoria. Entonces escribía las páginas de un texto en gestación. Paré el video y medité en el significado de aquella declaración breve y profunda.  

En estas semanas estreno libro nuevo. Se llama Diario de Educación. Cuando tuve el primer ejemplar entre manos, Cortázar vino a la cabeza. Un libro más es un libro menos. Cierto. Pero Diario de Educación no es uno menos para su autor; es singular. Tiene un significado especial por distintas razones, entre ellas, la culminación de un proceso de cinco años, de 2017 a 2021, al término de los cuales recogí, seleccioné, corregí y actualicé la temporalidad de unas 40 colaboraciones que publiqué en el periódico especializado español El Diario de la Educación.

Es inestimable, además, porque congregó sellos editoriales mexicanos y españoles: Puertabierta Editores, editorial independiente de Colima, así como Mágina y El Diario de la Educación. La suma de esas voluntades y recursos alienta.

Diario de Educación se despliega en cinco secciones: “Territorios íntimos” I y II, espacio donde incluyo textos desentendidos de los cánones académicos, que se mueven con libertad por los géneros, como la ficción de un profesor de historia que en 2050 tiene una clase sobre la pandemia de nuestros días; el diálogo que sostuve con niños hijos de jornaleros agrícolas migrantes indígenas en una escuela multigrado en mi pueblo, o la excursión entre colonias precarias al lado de mi hija y sus compañeras de secundaria.

Sigue “Paisajes de América Latina”, miradas hacia lo que ocurre en nuestro subcontinente, porque es el cometido de mi tarea periodística para El Diario de la Educación. Otra se titula “Política, escuela y maestros mexicanos”, que es un repaso de distintos temas que se mueven desde la actividad de un supervisor en la Sierra Madre Occidental, las reformas educativas recientes en el país, la inequidad, la violencia y su impacto en las escuelas, o la revisión de las cinco directrices emitidas por el Instituto Nacional para la Evaluación de la Educación, que iluminaron zonas oscuras del sistema educativo.

“Vida escolar en pandemia” es un conjunto de artículos escritos al calor de la evolución del fenómeno global que nos sigue conmoviendo, en cuya lectura se encuentran los signos del tiempo transcurrido, del desconcierto inicial a las enseñanzas de la pandemia, pasando por las ineptitudes gubernamentales y el compromiso docente y familiar para mantener el aprendizaje en casa.

Escribir en prensa sobre temas educativos es una obligación intelectual, ética y pedagógica. Una manera de pronunciarse sobre los problemas educativos, un acto existencial. Por eso no tengo duda en persistir en medios periodísticos y redes sociales.

Paulo Freire afirmaba que la pedagogía se erige en la articulación de la denuncia y el anuncio, crítica y propuesta. Escribir implica moverse en uno, otro o ambos planos; postular ideas, combatir otras. Escribir para medios públicos es una forma de asumirse ciudadano y educador.

Pero escribir es eso y más. Es privilegio y desafío para tratar de contribuir, con opinión libre, a una educación transformadora de las condiciones sociales y pedagógicas que ya vivíamos antes de la pandemia, agudizadas en los dos años recientes.

Es un privilegio, además, ser leído, cada mes cuando aparecieron los textos reunidos o en esta compilación. Después de eso sólo cabe la declaración de gratitud a las editoriales, los lectores, así como a los personajes, reales o ficticios, que inspiraron las páginas. Y a los colegas, buenos amigos, amigas, que ya comenzaron a leerlo y comentarlo.