Fines perseguidos
La Escuela Primaria Urbana Estatal “Juan Jacobo Rousseau”, se ubica en la población de San Lorenzo Cacaotepec, perteneciente al distrito de Etla en Oaxaca de Juárez. A pesar de ser una escuela “Urbana”, como en su nombre se menciona, se encuentra en una zona rural donde las actividades primarias son la agricultura y la ganadería. La escuela es pequeña, con una matrícula de apenas 250 alumnos aproximadamente. Los niños asistentes, son de familias de bajos recursos, sin embargo, muy comprometidos con el desarrollo educativo de sus hijos. Es en este contexto, donde se da el periodo de pandemia.
El siguiente proyecto de enseñanza se implementó a partir de agosto de 2020 hasta abril de 2022, cuando quedó a cargo del tercer grado. Este grupo está compuesto de 24 alumnos: 15 niños y 9 niñas. Y la información sobre el mismo, era sólo estadística.
El reto en primera instancia era conocerlos, saber sus gustos e intereses, su estilo y ritmo de aprendizaje, en fin, ganarme su confianza. Para ello, se aplicó de manera virtual algunas pruebas diagnósticas, encuestas y algunas pruebas. Conforme a los resultados pude percatarme que, en primer lugar, de los 24 alumnos, solo 3 contaban con internet en su casa, los demás solo tenían internet al comprar recargas a su teléfono móvil.
Cabe mencionar que, para estructurar la forma de trabajo con este grupo, tuve que probar distintas actividades: desde la estructuración de una guía de trabajo, mandar una hoja de instrucciones de las actividades del día hasta realizar un videoblog educativo y dar clases vía Zoom con apoyo de mi personaje inventado para ello: el Dr. Willy Mostacho. De igual forma, se ocupó la red social “Tiktok” para hacer retos o challenges educativos o para que los alumnos enviaran sus actividades. Aplique la “Memelogía” donde el hacer un meme se volvió una actividad divertida y educativa. Y finalmente, preocupado por la salud mental de mis alumnos, se implementó un taller de Educación Socioemocional.
Puntos clave de la práctica
El 19 de marzo de 2020 fue la fecha en que terminamos con una semana más de labores, todos nos despedimos: alumnos y maestros. La amenaza por el virus SARS-CoV 2 (COVID-19) aún se escucha muy lejos, sin importancia. Así que nos dirigimos a nuestros hogares sin saber que no regresaríamos a nuestra escuela hasta dos años después. Terminar el ciclo no fue el problema, el reto comenzó cuando se me asignó un grupo nuevo, el tercer grado en medio del periodo de pandemia.
El imaginar que comenzaría un nuevo ciclo con un grupo con el cual no interactuaría, me comenzó a generar infinidad de interrogantes. Lo primordial eran dos cosas: ¿Cómo conocería a mi grupo? Y ¿Cómo les iba a enseñar sin estar en un aula presencial?
Lo primero era conocer a mi grupo; lo cual no pude hacer mediante el punto de vista de su maestro anterior, pues se había cambiado de centro de trabajo. Debía saber de ellos, para así estructurar mi forma de trabajo: sus gustos e intereses, su estilo y ritmo de aprendizaje y en qué situación se encontraban en cuanto aprendizaje. Y todo, sin interactuar con ellos, sin socializar en un aula.
Para comenzar, apliqué algunas encuestas para saber datos relevantes sobre mi grupo: cuestiones sobre si contaban con servicio de internet en casa, quien los apoyaba con sus trabajos en este periodo de contingencia, cuánto tiempo dedicarían al día para los trabajos escolares, etc.
En un segundo momento, apliqué una prueba diagnóstica y algunas pruebas. Los resultados no me alentaron mucho, pues de los 24 alumnos con los que estaba compuesto el grupo, solo tres contaban con servicio de internet en casa, los demás solo tenían acceso al mismo, mediante recargas a su teléfono móvil.
Es importante recalcar esto último, pues fue el principal problema al inicio, pero que, al lograr el compromiso directo con los padres de familia, el internet se volvió el mejor aliado para llegar a la innovación de mi propia didáctica.
Es por ello, que para lograr adaptar y transformar mi forma de enseñanza decidí dividir la narración de esta en tres momentos: Didáctica con iniciativa, Didáctica transformada, Didáctica innovadora.
Didáctica con iniciativa
Este primer intento, dio comienzo con el inicio del ciclo escolar 2020-2021 y duró hasta el primer y segundo trimestre, le llame “didáctica con iniciativa”, pues era lo que me sobraba. Lo que hice en esta etapa fue: estructurar un guía de actividades para el total del ciclo, hice un grupo de WhatsApp por dónde enviaba las actividades que debían realizar durante el día. La evaluación de este primer momento la realice haciendo una videollamada personal vía WhatsApp. Al ser mi primer acercamiento hubo infinidad de detalles al evaluar, al tratar de que realizaran las actividades y de manera consecuente los resultados no fueron los esperados. Me percaté de que hacía falta más para que mis alumnos aprendieran mejor en esta nueva modalidad.
Busque información sobre cómo ocupar los teléfonos móviles para realizar distintas actividades durante el día. De este primer momento de reflexión es que nacieron desde mi planeación didáctica: las fotos tomadas como evidencia al realizar una actividad.
Didáctica Transformada
Sabía de antemano, que la forma de aprendizaje de los niños estaba sufriendo un enorme cambio, así que consideré justo que mi manera de enseñar corriera con la misma suerte. En este momento lo que hacía era mandar una hoja con las instrucciones paso a paso de lo que tenía que hacer de actividad, compartía ejemplos gráficos, imágenes, infografías, lecturas, etc.
Mi búsqueda de información y herramientas que me permitieran realizar y mejorar las actividades a realizar desde casa con mis alumnos, seguía.
Fue así, que supe del curso llamado “Uso educativo de dispositivos móviles” impartido a modo de MOOC en la plataforma de MéxicoX. Comenzaron a utilizar su teléfono móvil para la presentación de sus trabajos: utilizaba audios para darles instrucciones o explicaciones, pero también para que ellos enviaran sus actividades de manera oral, les hacía que realizaran videos cortos y que me los enviaran como evidencia. En este momento, comencé con el primer intento de clases mediante la plataforma de MEET de Google, sin embargo, tuve un mal comienzo pues solo eran tres o cuatro los que se conectaban para la sesión.
Tome la decisión de hablar con los padres de familia vía virtual, para concientizarlos para aceptar las clases por Google Meet y todo lo que ello conllevaba: pagar por el servicio de internet o en su defecto comprar datos mediante recargas para sus dispositivos móviles. Mi compromiso fue que las clases no duraran más de 20 minutos (por el gasto de datos) y que mandaría las actividades a los alumnos que no pudieran conectarse. Este segundo intento para realizar las clases virtuales por medio de Google Meet, aún no resultó del todo bien, pues la mitad entraba a clases en la plataforma y la otra mitad realizaba las actividades que, mandada al grupo, doblando el trabajo que hasta ese momento se realizaba.
Fue por esos días, que comencé a cursar el diplomado sobre “Didáctica de las matemáticas” donde se nos brindaron diferentes puntos de vista sobre el uso de herramientas tecnológicas con un fin educacional, nos dieron a conocer una gama amplia de recursos que podíamos utilizar para nuestras clases. Fue de esta capacitación, además de otra que mencionaré más adelante y de mi reflexión propia, que tomaría como referencia para dar el siguiente salto transformativo en mi forma de enseñar y hasta el momento el más significativo.
Didáctica innovadora
Para llegar a este momento, casi culminaba el ciclo escolar 2020-2021 y tuve que hablar nuevamente con los padres de familia, explicándoles mis intenciones y para mi suerte, la mayoría estuvo de acuerdo con los cambios que haría en la forma de enseñar a sus niños. Pude mencionarles que el internet, ya no era un lujo sino una necesidad, a lo que los padres se comprometieron a hacer el esfuerzo para tener internet con datos o contratando el servicio.
Mi última carta de preparación me la dio la plataforma de capacitateparaelempleo.org con el diplomado de “Gestión de ambientes virtuales de aprendizaje”. Mis clases tuvieron un cambio muy significativo para el bienestar de los alumnos.
Canal en YouTube
Como primer punto; realicé el diseño de un personaje con el cual, realizaba mis clases: el Dr. Willy Mostacho. Este personaje, me llevó a darme cuenta de que, muchas veces es necesario “robar” la atención e interés de los niños y al estar en la modalidad virtual, este personaje cumplió tal cometido. Comencé haciendo videos cortos los fines de semana, para tenerlos listos para las clases de la semana. Como es lógico al principio estos videos eran muy limitados y pesados. Pero la perseverancia, me hizo ocupar distintos recursos para mejorar cada vez más mis videos: los hice cada vez menos pesados, para que no significarán un alto coste en datos. Compré, con recursos propios, un mini micrófono, un aro de luz y un trípode con control de captura, todo con la finalidad de tener mayor claridad e iluminación. Tuve que aprender a editar y a ocupar recursos como: la pantalla verde, gifs, imágenes en png., etc. Además de agregar algunas herramientas como ruletas digitales, imágenes interactivas, mapas virtuales, minijuegos, etc.
Al iniciar el día, mandaba el video al grupo, realizaba la sesión, enviaba la presentación de Google Meet y una hoja con instrucciones detalladas sobre las actividades a realizar. Con ello me aseguraba, de que los niños leyeran la presentación, vieran el video o en su defecto siguieran las instrucciones de la hoja.
Talleres en Google Meet
En la plataforma Google Meet, realizaba una presentación interactiva, explicaba, aclaraba dudas y al final de cada sesión me quedaba con los alumnos que no habían entendido el video o no comprendían las instrucciones de la hoja.
Mediante la plataforma Google Meet también, comencé a realizar algunos talleres para ocupar las redes sociales de manera educativa o para presentar sus actividades. Otro de los talleres que realicé, preocupado por la salud mental de algunos de mis alumnos, fue el de “Trabajando con nuestras emociones”. Este último taller, lo realicé para alumnos de distintos grados, pues por el encierro en casa por la pandemia, comenzaban a presentar síntomas de depresión.
Memelogía
Esta es una de las partes que me sirvió para mantener relajados en sus casas a mis alumnos, pues el tedio de estar encerrados comenzaba a hacer mella en ellos. Pude saber por vía de los padres que algunos niños lloraban por no poder salir, ya no querían realizar las actividades o levantarse a la clase en Google Meet, algunos pasaban periodos muy largos durmiendo o viendo sus dispositivos móviles. Para empezar, al momento de revisar o calificar las fotos que me enviaban como evidencia, lo que hacía era pasarlas a mi computadora personal y desde ahí, las editaba. Cuando tenía que poner una corrección o señalización de que había un error, comencé poniendo “caritas tristes” y donde estaba todo correcto “caritas felices”. También ponía una “carita turbada” cuando la respuesta no estaba completa.
Después de esto, comencé a agregar un pequeño emoji con un texto a modo de meme con los siguientes títulos: ¡Felicidades! ¡Lo hiciste excelente! ¡Muy bien hecho! ¡Sé que puedes mejorar!
Finalmente, realizamos algunas actividades en el taller de “Trabajando con nuestras emociones” con fotos de ellos mismos y agregando algunos textos a modo de meme. ¡Nos divertimos muchísimo!
Conclusiones
A manera de conclusión, quiero mencionar que mi forma de enseñanza sigue en constante transformación y mejora. Siempre será así. Y que en este documento queda constatado, que a pesar de que en un principio no todo salió como hubiera querido, lo importante es que, mediante la reflexión docente y la iniciativa a mejorar siempre se encontrarán más y mejores resultados. Queda también narrado que la constante capacitación juega un punto muy importante en el quehacer docente. Pero nada de esto sirve, si no tienes una comunicación estrecha con los padres de familia.
Sin ellos, todos los cambios, actividades, proyectos, que propuse, no se hubieran llevado a cabo.
Finalmente, quiero mencionar que el miedo a intentar algo nuevo no debe ser una constante en los docentes, pues tenemos en nuestras manos el futuro de México. Hay que dar todo y más. Es lo que sucedió en esta época de contingencia, aprendí junto con mis alumnos nuevas cosas, tuve muchos desaciertos, pero cuidé que los aciertos fueran los más. Y a pesar de que tuvimos pérdidas humanas de familiares directos del grupo, ¡sobrevivimos!
Cuando por fin, regresamos a clases, mis alumnos no esperaban ver a un maestro apático ni aburrido que apenas conocieran por las clases virtuales. Lo que esperaban era tratar con el mismo profesor que se convertía en el Dr. Willy Mostacho. Esperaban verlo frente a frente,
¡Y no los iba a defraudar!
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