Fines perseguidos
Ante una población cuyos tutores, debido a su juventud y necesidad económica para brindar un hogar digno a sus hijos, dedican muy pocos espacios y tiempos para convivir, y sobre todo para ser escuchados, se notó una urgente necesidad en los infantes de expresar aquellas situaciones que les generan angustia. En muchas ocasiones, estas preocupaciones son minimizadas por las personas adultas, quienes consideran que no tienen relevancia. Por lo tanto, me vi en la necesidad de generar una práctica que permitiera a los estudiantes ser escuchados por sus padres o madres. Sin embargo, surgieron las preguntas: ¿cómo hacerlo cuando los padres y madres siempre preguntan si es importante?, ¿qué podría detonar que realmente se sintieran motivados a pedir permiso en sus trabajos para acompañar a sus hijos en las actividades escolares?, ¿qué podría motivarlos cuando piden permiso principalmente por los hermanos que tienen en el nivel primaria o secundaria por considerar que esos niveles realmente son de mayor importancia?, es en este punto donde realmente inicia toda nuestra aventura.
Por otra parte, dentro del aula, las y los aprendices comenzaron a manifestar temor por ir a la primaria, a pesar de que apenas llevábamos 3 meses de clases. Se sentían presionados por los cuidadores, quienes, en su afán de mantenerles ocupados, les asignaban tareas repetitivas como escribir su nombre, copiar textos e incluso realizar lecturas. Estas actividades eran reforzadas por los hermanos mayores, quienes les contaban a los infantes que algunos maestros eran malos, que los castigaban si no hacían las tareas, o que debían aprender a leer y escribir, entre otras cosas. Estas situaciones generaron mayor angustia en los estudiantes en lugar de permitirles disfrutar de sus actividades en el aula. Por otro lado, la exigencia de tareas para la casa era cada vez mayor, a pesar de que se les explicaba que el proceso de lectoescritura no se limita a hacer ejercicios repetitivos o memorizar el abecedario.
Durante los primeros meses, los tutores sólo asistieron el día de la primera junta para conocer el aula de sus hijos, para recibir todas las indicaciones y explicaciones sobre lo que se esperaba de ellos. Sin embargo, a pesar de mostrar compromiso, no volvieron a asistir al plantel, ni siquiera cuando se les enviaban notas sobre conductas, trabajos o materiales a través de las personas encargadas del menor. Solo acudían a llevarlos y se retiraban sin acercarse a la reja, pero los pequeños comentaban que les pegaban porque no se portaron bien en la escuela o no trabajaron.
El primer reto fue no solo que los pequeños fueran escuchados, sino que los padres y madres realmente organizaran espacios en su rutina familiar para poder asistir al plantel a trabajar con sus niños, y que comprendieran que integrarse directamente en la educación de los menores sería beneficioso para ellos, en lugar de realizar tareas sin sentido. Cabe recalcar que los adultos a cargo de los infantes estaban restándole importancia al trabajo que se realiza en preescolar, lo cual fue una de las barreras más difíciles de superar para avanzar en los aprendizajes de los niños, quienes necesitaban ser escuchados y tomados en cuenta.
El segundo reto fue poder generar un ambiente de confianza entre los alumnos y el docente, el cual se estaba perdiendo porque los alumnos comenzaban a culpar a la docente por ser regañados o castigados en casa. Esta situación propició que dejaran de compartir sus ideas y emociones, e incluso algunos casos muy particulares se maximizaran, detonando conflictos mayores. Cumplir con los protocolos escolares solo ocasionó que los padres y madres amenazaran diariamente a los alumnos.
El tercer reto que se presentó se reflejó en el área académica. Se planteó la interrogante de cómo avanzar sin dejar de lado los problemas emocionales, y qué acciones específicas se podrían llevar a cabo para atender los contenidos y las emociones conjuntamente. En este punto, todo se vislumbraba como una encrucijada, y las actividades no fluían naturalmente. Los niños exigían sus escritos, copiados y planas para sentir que estaban realizando tareas.
El objetivo general que se planteó fue generar un espacio en el que los alumnos pudieran expresar adecuadamente una diversidad de emociones, de modo que su voz llegara a las familias y otros estudiantes a través de la creación de un libro escolar.
Los objetivos específicos planteados fueron:
- Reconocer la importancia de lo que sentimos y que esto, debe ser escuchado a través de diversos medios de difusión y espacios, con el fin de fortalecer los vínculos familiares.
- Involucrar a las familias en las actividades planteadas dentro del aula para contribuir a fortalecer los diálogos familiares, permitiendo así conocer los intereses y necesidades de sus hijos.
- Crear un cuento con diversidad de experiencias personales dentro del plantel, con el propósito de dar a conocer las emociones por las que atraviesan los niños.
Puntos clave de la práctica
La idea surgió cuando nos visitó la biblioteca Barocio para difundir sus actividades familiares durante la época navideña. Durante esta visita, nos compartieron algunos libros hechos por estudiantes normalistas para niños, así como historias creadas por otros niños. Fue así como comencé a darle forma a la práctica titulada “La vida en el Francisco May”.
La primera estrategia fue motivar a los niños a crear un libro para compartir con otros niños. Empezamos organizando sobre qué hablaríamos, y para ello, los niños propusieron varias ideas. Realizamos una votación en equipos para determinar qué tema abordaríamos. Cada equipo presentó sus resultados, lo que marcó el inicio de nuestra aventura. Los induje a expresar lo que sentían ante diversas situaciones vividas en el Francisco May. Una vez que tuvimos claro el tema del libro, organizamos una visita a la biblioteca de la comunidad. Durante esta visita, preguntamos todo lo necesario para elaborar nuestro libro, y nos brindaron un espacio para platicar con otros niños y jóvenes que habían realizado un libro. Nos contaron sus experiencias y nos presentaron sus libros.
Después de la visita, reafirmamos nuestro acuerdo de que el libro trataría sobre cualquier experiencia que quisieran compartir. Sin embargo, involucrar a los tutores resultó complicado al principio. Un niño sugirió dejar notas para los padres, como lo hacía la persona que lo cuidaba. Aunque esta táctica no dio muchos resultados al principio, las familias comenzaron a involucrarse poco a poco, motivadas por la insistencia de sus hijos de que les leyeran para aprender cómo hacer su propio libro.
Durante la investigación sobre cómo elaborar un libro, decidimos solicitar la visita de los normalistas del CREN Javier Rojo Gómez. Elaboramos oficios y pedimos a algunos padres que llevaran el documento. Durante la visita, los normalistas explicaron a los niños y sus familias todo lo que atravesaron para construir sus trabajos. Se grabó un video con las sugerencias de los normalistas y se les hizo llegar a los
que no asistieron, a través de un grupo de WhatsApp creado como medio de comunicación directa. En este momento, los padres comenzaron a tomar más en serio el alcance que podría tener lo que sus hijos realizarían con la ayuda de la docente.
Otra estrategia empleada fue la organización de prácticas previas de dibujo, escritura y narración para que los niños pudieran plasmar claramente sus ideas en el libro. Estas prácticas se realizaron tanto en el aula como en casa, para luego pasar a las producciones finales. Se les preguntó: “¿qué experiencia te gustaría compartir con los demás para animarlos a expresarse?” Surgieron diversas ideas, y las narraciones de los niños fueron claras, amplias y lógicas, demostrando avances en los contenidos de lenguaje, específicamente en la expresión a través de las artes y las narraciones. Algunos estudiantes se enfermaron, pero los padres contribuyeron enviando los trabajos de sus hijos para que aparecieran en el libro.
Una vez que se organizó la secuencia del libro, se elaboró un borrador que fue presentado a la directora, algunos padres, madres y maestras de la institución, quienes dieron sugerencias para mejorar la creación. En este punto, la mitad de los tutores ya estaban motivados, por lo que aprovechamos para darles pláticas sobre la importancia de escuchar a sus hijos.
Por otra parte, se decidió solicitar el apoyo de la directora para empastar la creación que estábamos realizando. Se organizaron equipos con algunos integrantes de cada familia para solicitar cotizaciones mientras se digitalizaba cada historia relatada. Con el apoyo de los niños, decidimos cuál de todos los dibujos iría en la portada, realizando nuevamente votaciones. Una vez construido digitalmente, se realizó la primera impresión del libro. Finalmente, se presentó a los actores educativos del grupo y luego a la comunidad escolar en su versión impresa y digital para su revisión. Los niños realizaron una pequeña encuesta sobre el libro y socializamos las respuestas obtenidas. Realizamos cambios y colocamos nuestros nombres como autores de la obra, difundiéndola en la biblioteca Barocio.
Principales cambios observados
Durante esta práctica, logramos atender las necesidades emocionales del 3º A, específicamente en 2 casos particulares donde las manifestaciones emocionales y la conducta de los menores eran muy agresivas. Incluso se llegó a pensar por un momento que padecían algún trastorno, pero con el dibujo de lo que deseaban expresar, se encontraron ciertas necesidades afectivas. Uno se pudo rescatar solo con la creación del libro, pero el otro caso requirió pláticas y compromiso de los tutores para organizar actividades que incluyeran la toma de decisiones por parte de su hijo (a).
Esta problemática afecta de diversas maneras a la niñez, no solo del plantel, sino de la comunidad en general. Por lo tanto, su atención inmediata es primordial para poder comprender las circunstancias que
rodean a cada familia y que afectan directamente a nuestros alumnos. Esto hace primordial la necesidad de buscar estrategias significativas y, en ocasiones, personalizadas para comprender mejor lo que sienten.
La Buena Práctica consistió específicamente en que los estudiantes pudieran expresar por medio de dibujos y narraciones todo lo que sentían, tanto en su casa como en la escuela, y hacer llegar a las familias las necesidades afectivas que tienen sus pupilos. Generamos espacios de diálogo desde la escuela hacia sus hogares, formando con esas historias un libro escolar, el cual se difundió en la comunidad, especialmente en el municipio, a través de la biblioteca Barocio, donde inició esta práctica. Esto propició el apoyo y la concientización de los padres y madres respecto a la importancia de educar en amor y escucha. En algunos provocó un sentimiento de nostalgia y tristeza al darse cuenta de lo que sus hijos realmente sienten en un ambiente lleno de exigencias, pero carente de afectos.
La actividad más exitosa fue la digitalización y la difusión del libro en la comunidad y la biblioteca. Esta práctica permitió valorar los alcances de trabajar de forma colaborativa. Al principio, era casi imposible pensar que los tutores se organizarían para atender las necesidades de sus hijos, y por un momento se pensó que los cuidadores serían nuestro único apoyo con todas las limitantes de tiempo que tenían. Es importante destacar que el éxito obtenido se debió a que cada uno de los actores realizó su parte, especialmente las familias, quienes cambiaron sus tiempos de trabajo con nosotros y se involucraron en este proyecto de sus hijos.
Actualmente, los niños saben que trabajar en comunidades y de forma colaborativa nos puede llevar a lograr grandes cosas. Saben que tienen responsabilidades que deben cumplir para alcanzar sus metas. Los aprendizajes obtenidos en esta práctica han marcado el desarrollo de los siguientes proyectos, y han pasado de ser pasivos a ser activos, expresando con seguridad y confianza lo que desean, piensan o sienten.
La metodología empleada se basó en el Aprendizaje Basado en Proyectos Comunitarios (ABPC), lo cual permitió a los estudiantes reconstruir significados a partir de diversas tareas en el aula, promoviendo acciones transformadoras, dinámicas y lúdicas. Esta metodología fue seleccionada debido a su capacidad para explorar el entorno inmediato de las niñas y los niños, lo que facilitó la identificación precisa de las necesidades a abordar y la construcción de soluciones a las barreras identificadas.
En la fase inicial del proyecto, se implementó el diseño de planeaciones utilizando metodologías activas propuestas por la Nueva Escuela Mexicana (NEM). Esto permitió abordar el campo de los lenguajes, centrándose en la expresión de emociones. Se enfocó en los siguientes contenidos y PDA: comunicación oral de necesidades, emociones, gustos, ideas y saberes; escucha activa y participación en conversaciones; narración de historias; y reconocimiento de ideas o emociones en manifestaciones artísticas y culturales. La primera fase del proyecto consistió en la identificación de las emociones relacionadas con el miedo de ir a la primaria. Se realizaron cuestionamientos y actividades para que los estudiantes identificaran sus sentimientos y propusieran alternativas para abordarlos. Surgió la idea de crear un cuento con experiencias vividas en la escuela para compartir con otros niños.
En la fase 2, se brindó orientación sobre cómo elaborar notas o cartas y se realizaron prácticas de dibujo para plasmar las ideas. Además, se invitó a alumnos normalistas para compartir su experiencia en la creación de cuentos, lo que facilitó la comprensión del proceso y roles de los participantes. Se evaluaron los avances y dificultades, buscando soluciones ante los desafíos surgidos. Finalmente, se elaboró y organizó el cuento de acuerdo con temas y puntos de coincidencia. Esta metodología permitió involucrar activamente a los estudiantes en el proceso de creación del libro, promoviendo el trabajo colaborativo, la expresión de emociones y la participación de las familias en el proyecto.
En la fase 3 del proyecto, que consta de 4 momentos, se inició con la integración, donde los niños se dedicaron a organizar el trabajo aportando diversas ideas y acordando agruparse por experiencias afines que compartirían en su narración. Con ayuda de la docente, se escribieron los aportes para crear la narración. Posteriormente, en el momento de difusión, se presentó el producto a los padres y a la directora, donde los niños explicaron todo el proceso realizado. Se recibieron puntos para mejorar, como la claridad en algunos dibujos, la organización de las narraciones y sugerencias para la portada, las cuales fueron tomadas en cuenta para mejorar el diseño del cuento. Finalmente, en el momento de avances, se decidió digitalizar el cuento y ampliar su difusión hacia la biblioteca Barocio y la comunidad en general. Se consideraron nuevos planteamientos para que el proyecto alcanzara a distintos actores fuera del entorno escolar. Este proyecto ha tenido un impacto significativo no solo a nivel escolar, sino también en otros jardines de la zona. La Biblioteca Barocio lo ha difundido hasta la Ciudad de México. Uno de los mayores logros es que ha contribuido a que las niñas y los niños realicen actividades desafiantes, donde la diversión, el compartir y el aprendizaje se dieron de forma natural. Les permitió evocar diversas situaciones y comprender las emociones que estas les generaban, así como aprender a manejarlas. Además, desarrollaron su parte creativa y tomaron decisiones en plenarias y pequeñas comunidades de aprendizaje para concretar la construcción del cuento “La vida en el Francisco May”.
Entre colegas: recomendaciones para hacer uso de la estrategia o de sus componentes
El equipo conformado por padres, madres, cuidadores, niños, docentes e instituciones es fundamental para el éxito y la significatividad del trabajo. Considerar a todos estos actores dentro de nuestra práctica permite que lo realizado llegue a más integrantes de la comunidad y fortalezca el vínculo necesario para una educación de calidad. Para lograrlo, es importante:
- Establecer rutinas de trabajo específicas donde los alumnos tengan responsabilidades que los ayuden a modificar conductas y alcanzar metas trazadas al inicio de cada proyecto. Esto busca formar ciudadanos comprometidos con su entorno y contribuir a la construcción de una sociedad más justa y equitativa. Atender las emociones oportunamente mejora la confianza y la participación crítica de cada estudiante.
- Explorar las emociones de los alumnos para entender de forma directa los problemas de su comunidad, sus raíces, necesidades y conocimientos. Esto implica fomentar la toma de decisiones conjunta en el aula respecto a una problemática en común.
- Generar espacios donde las niñas y los niños se sientan escuchados y en libertad para expresar sus opiniones sin ser juzgados. Es importante que los docentes estén capacitados para diseñar actividades y entornos de aprendizaje que promuevan la reflexión crítica y acepten desafíos educativos, atendiendo el aspecto emocional como parte trascendental de su formación.
Redes sociales
- YouTube: La vida en el Francisco May