Fines perseguidos
En los grados escolares de primaria alta, se identificó que los alumnos presentaban falta de autonomía de para resolver problemas específicos del algoritmo de la división, esto se observó porque constantemente acudían a preguntar con inseguridad de cómo resolver dichas operaciones.
Dominar la división no solo forma la base para matemáticas más avanzadas, sino que también fomenta el desarrollo del razonamiento lógico y la habilidad de manejar y descomponer problemas complejos en partes más pequeñas y manejables. Esto último es especialmente valioso, ya que la división es más que un simple proceso aritmético; es una herramienta esencial para interpretar y comprender el mundo que nos rodea, permitiendo a los estudiantes aplicar estos conceptos en situaciones de la vida real, tales como la distribución equitativa de recursos o la comprensión de las relaciones proporcionales. En consecuencia, la construcción de una sólida comprensión de la división debe ser una meta prioritaria para educadores y alumnos por igual, asegurando así que cada estudiante desarrolle plenamente su potencial y confianza en sus habilidades matemáticas.
Por lo anterior, se planteó como objetivo general desarrollar en los estudiantes de primaria alta la competencia y la confianza necesarias para realizar operaciones de división de manera autónoma, fomentando el razonamiento lógico y la capacidad para resolver problemas matemáticos, y asegurando la aplicación efectiva de estos conceptos en contextos reales y cotidianos.
Y de manera específica, se buscó como objetivo implementar estrategias didácticas diferenciadas y contextualizadas que promuevan la comprensión profunda del algoritmo de la división, a través de la resolución de problemas significativos que reflejen situaciones reales, mejorando así la autonomía de los alumnos en el manejo de esta operación matemática dentro y fuera del aula.
Puntos clave de la práctica
“La casita de la división”, consiste en una estrategia en la que se manipula material concreto, está hecha de cartón, diez cajitas chicas y una grande, pinzas y frijoles.
Esta consiste en plantearle al alumno/a un problema de división, ya sea razonado o directamente mostrarle la división (con el signo o casita), y se le menciona al alumno que esta operación consiste en “repartir en partes iguales”; por ejemplo; 10/5, en la caja grande se colocarán diez frijoles y se señalan cinco cajitas chicas con cinco pinzas (para que únicamente en las señaladas se repartan) y los diez frijoles comienzan a repartirse; en cada cajita resultan dos, por lo tanto, el resultado es dos y no sobra nada en la caja grande.
Se puede ir incrementando el grado de dificultad en cuanto a las cantidades, hasta que el alumno se familiarice con la repartición, tanto que también favorece la adquisición de las tablas de multiplicar. En este proceso, el docente debe estar pendiente ante la inquietud de los alumnos, puede presentarse que pierdan la cuenta al momento de realizar el conteo de frijoles o bien, orientar paso a paso el proceso de resolución del algoritmo de la división.
Esta estrategia, la considero exitosa en el aula, puesto que he observado que los alumnos se atreven a resolver situaciones que implican esta operación sin miedo, presentan menos errores y cada día se vuelven más autónomos.
La iniciativa surge a partir de la observación de un video en redes sociales y youtube, de unos maestros que lo han aplicado en niños de manera muy personalizada, y enseguida, relacioné dicha idea con la necesidad de mis alumnos, que, seguramente, a partir del uso de material manipulable pudieran comprender dicho proceso.
Principales cambios observados
Esta práctica se encaminó a ocho alumnos que fueron detectados a partir de un diagnóstico, para atenderlos en contra turno, con el objetivo de reforzar las habilidades básicas; en esta ocasión, una de las operaciones básicas: la división.
Consistió en el uso de material concreto para reforzar el algoritmo de la división, empezando por el principio básico de esta, que consistía en el reparto en cantidades iguales en cajitas y, a partir de ahí, comenzar el proceso de resolución escrito.
Algunos de los cambios que se observaron a partir de la implementación de esta estrategia fueron: primeramente, se notó una mayor autonomía, entendida en esta práctica como el proceso donde el niño no necesitaba apoyo de materiales ni del docente para realizar o resolver correctamente dichas operaciones, además de la comprensión del proceso mismo, incluyendo los pasos a seguir, y lograron hacerlo sin el uso de dicho material. Esta práctica se relacionó con el campo formativo “Saberes y pensamiento científico”.
El rol del docente en esta práctica fue de suma importancia, ya que constantemente tenía que estar alerta ante cualquier inquietud de un alumno. En primer lugar, tenía que explicar con claridad el uso del material y el proceso de resolución de la operación, así como de los resultados que iban surgiendo tanto con el material manipulado como con lo que se iba resolviendo en el cuaderno.
Dentro de esta práctica, una de las actividades más exitosas fue cuando el alumno se enfrentaba a una operación en la que comenzaba la repartición de frijoles, pero sobraban en “la puerta de la casita” y se daban cuenta de que debían continuar con la operación, o bien, cuando se presentaban operaciones con tres dígitos “adentro”, y fue entonces cuando se explicaba que, si había adentro un número menor al de afuera, se tomaba el que seguía y era ese el que debían empezar a repartir.
Entre colegas: recomendaciones para hacer uso de la estrategia o de sus componentes
Para aquellos maestros que deseen incorporar esta estrategia didáctica en sus aulas, es fundamental considerar ciertas recomendaciones basadas en las experiencias previas y los resultados obtenidos:
1. Diagnóstico Inicial: Comiencen con una evaluación detallada para identificar las necesidades específicas de cada estudiante. Esto permitirá adaptar la estrategia a los requerimientos individuales y asegurar una atención más eficaz.
2. Material Concreto: No subestimen el poder del aprendizaje manipulativo. Utilicen materiales concretos que sean relevantes y atractivos para los alumnos, como frijoles o bloques de construcción, para ilustrar el concepto de división y facilitar la comprensión.
3. Proceso Gradual: Avancen lentamente desde la manipulación de objetos concretos hacia la representación pictórica y, finalmente, hacia la abstracción. Este progreso ayudará a los estudiantes a internalizar el algoritmo de la división.
4. Autonomía del Estudiante: Fomenten la independencia desde el principio. Animen a los estudiantes a intentar resolver problemas por sí mismos antes de pedir ayuda, y gradualmente disminuyan el apoyo proporcionado.
5. Atención Durante el Conteo: Siempre estén pendientes de lo que hacen los alumnos durante el conteo. Es común que puedan perder la cuenta de los frijolitos o que estos se les caigan, llevándolos a contradicciones.
6. Cantidad Adecuada de Material: Comiencen con cantidades pequeñas y manejables de objetos a contar. Eviten empezar con números altos que pueden causar demoras y frustraciones. Es preferible iniciar con lo básico e incrementar la cantidad gradualmente, asegurándose de que dominen el uso del material paso a paso.
7. Reflexión y Comprensión: Tras cada ejercicio, dediquen tiempo para que los alumnos reflexionen sobre los procesos utilizados y los resultados obtenidos. Esto refuerza la comprensión y les permite identificar y corregir errores por sí mismos.
8. Vinculación con la Vida Real: Relacionen las actividades de división con situaciones cotidianas. Esto hace que el aprendizaje sea más significativo y les enseña la aplicabilidad de las matemáticas en su vida diaria.
9. Retroalimentación Constante: Ofrezcan comentarios constructivos y oportunos. La retroalimentación debe enfocarse en los métodos de resolución y estrategias, no solo en la corrección de errores.
10. Paciencia y Persistencia: Tengan en cuenta que cada estudiante aprende a un ritmo diferente. Mantengan la paciencia y persistan en la enseñanza del concepto hasta que todos los alumnos lo comprendan completamente.
11. Evaluación Continua: Realicen evaluaciones formativas regularmente para medir el progreso y ajustar la enseñanza según sea necesario.
12. Comunidad de Aprendizaje: Compartan experiencias y estrategias con otros docentes. La colaboración y el intercambio de ideas pueden enriquecer la práctica docente y beneficiar a toda la comunidad educativa.
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