Michelle Gutiérrez Aceves
Pedagoga, docente y educadora socioemocional
UNAM y Universidad Iberoamericana
¿Alguna vez han sentido compasión por el sufrimiento de un ser vivo o de la naturaleza? ¿Les parece que las “emociones” influyen en la actual “crisis socioambiental”?
Recientemente, diversas investigaciones han coadyuvado en la comprensión de que un enfoque holístico de la realidad socioambiental que estamos viviendo refleja el notable impacto de la “cultura ecocida” que estamos perpetrando a nuestro hogar común (La Tierra) resultado de una visión y práctica antropocéntrica.
Al analizar las diferentes propuestas del Seminario Interinstitucional e Interdisciplinario de Emociones y Medio Ambiente de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) celebrado en 2021, se destacan diversos constructos teóricos e innovadores producto de recientes investigaciones realizadas desde distintos enfoques y áreas de conocimiento que, sin duda, nos invitan a una profunda reflexión.
Al respecto, dentro de las nuevas narrativas en estas áreas del conocimiento es importante dar a conocer el surgimiento de neologismos que fortalecen la vinculación individuo-emociones-naturaleza-sociedad, tales como solastalgia, eco-ansiedad, eco-filia, eco-fatiga, eco-ira, entre otros.
La solastalgia, por ejemplo, se refiere a la angustia y estrés mental por perder la biodiversidad. Para Beatriz Alessio (2025), se trata de una emoción emergente ante la pérdida del entorno natural. Alessio refiere que un estudio de la American Psychological Association (s.f.) apunta a que la solastalgia puede experimentarse en personas que han sufrido los efectos del cambio climático, pero también en aquellas que aún no.
Por su parte, la eco-ansiedad, de acuerdo con Javier Urbina (2024), es “una manifestación de preocupación creciente, miedo o estrés constantes en relación con cuestiones ambientales, generando cambios en el comportamiento, como centrarse en actividades para protegerse de ciertos elementos del ambiente o dejar de hacer otras por temor a peligros en el entorno”. Asimismo, Ingrid Vargas (2024) plantea que “la eco-ansiedad surge no sólo por haber vivido de forma directa un desastre natural, basta con recibir información constante sobre esto para generar pensamientos catastróficos”.
Urbina habla de algunos “estresores ambientales” que nos impactan de manera directa, tales como los climas extremos, el ruido, la movilidad de las personas y la desertificación, entre otros.
En el caso de la eco-filia o biofilia, Albrecht (2019) la consigna como “el amor filial que se siente hacia todas las especies, es decir, hacia la naturaleza”. Esta afinidad y amor “a lo vivo” y “a la vida” por fortuna ha ido extendiéndose debido a que cada vez hay más personas conscientes que comprenden que todos somos parte del problema y también parte de la solución. Por ello, emociones como la eco-empatía y la compasión son clave para entender, defender y atender el cambio ambiental global.
La eco-fatiga o cansancio de las y los ciudadanos ante la responsabilidad ecológica es definida por José Antonio Corraliza como “la saturación mental que provoca en la sociedad la proliferación de mensajes alarmistas que apelan a la responsabilidad ecológica del individuo”. El catedrático de Psicología Ambiental de la Universidad Autónoma de Madrid plantea un interesante cuestionamiento: ¿Lo llamamos Medio Ambiente porque el otro medio lo hemos destruido? De igual forma, Corraliza nos invita a evitar caer en la complacencia y en la comodidad de los hábitos ecocidas adquiridos.
Por su parte, el eco-enojo, es la única emoción que predice comportamientos pro-ambientales. Al respecto, cabría preguntarse lo siguiente: ¿Esta eco-emoción puede detonar comportamientos y acciones respetuosas hacia el medio ambiente? ¿Este malestar que se genera se identifica en su mayoría en personas que destruyen o en quienes deciden luchar por el entorno ambiental?
En concordancia con todo lo anterior, Poma (2019) refiere que el enfoque sociocultural de las emociones se construye a partir de la educación, la cultura y de la experiencia personal: “no es lo mismo nacer en una familia que practica la caza como deporte que en una familia de ecologistas”.
Entonces, es indispensable incorporar las emociones en los análisis socioambientales, a fin de propiciar una comprensión holística más profunda de la realidad, ya que como se sabe, las emociones influyen en la toma de decisiones (favorables o no).
Este siglo hemos sido espectadores de grandes desastres socioambientales. También, tristemente, hemos sido o somos partícipes, y a veces víctimas de estos, así como de nuestras propias acciones, omisiones, egoísmo e inconsciencia. Apelo, sin embargo, a la posibilidad del cambio, porque la vida nos da la oportunidad de cambiar para ello. ¿Y ustedes cómo se sienten? ¿Están eco-enojados como yo?
Referencias
- Gravante, T., y Poma, A. (2022). Emociones y medio ambiente. Un enfoque interdisciplinario. UNAM, Centro de Investigaciones Interdisciplinarias en Ciencias y Humanidades, 1a. ed.
- Alessio, B. (2025). Solastalgia: una emoción emergente ante la pérdida del entorno natural. En Revista Este País, tendencias y opiniones. https://estepais.com/ambiente/solastalgia-emocion-emergente-perdida-entorno-natural/
- Chávez, P. (2024). ¿Qué es eso de la ecoansiedad? En Gaceta UNAM. https://www.gaceta.unam.mx/que-es-eso-de-la-ecoansiedad/
- Poma, A. (2022). Incorporar las emociones en los análisis socioambientales. En Emociones y medio ambiente. Un enfoque interdisciplinario. UNAM, Centro de Investigaciones Interdisciplinarias en Ciencias y Humanidades, 1a. ed. pp. 11-28
- Andreu, S. (2013). Ecofatiga: ¿está en nuestras manos salvar el medio ambiente? En Blog Ciencias Ambientales. https://www.cienciasambientales.com/es/noticias-ambientales/ecofatiga-iesta-en-nuestras-manos-salvar-el-medio-ambiente-7190
- Gallagher, K. (2023). La ira ecológica, no la ansiedad ecológica, impulsa las acciones a favor del medio ambiente. En Mad in México. https://madinmexico.org/la-ira-ecologica-no-la-ansiedad-ecologica-impulsa-las-acciones-a-favor-del-medio-ambiente/