Hoy sabemos que en razón de la pandemia por covid-19, la disponibilidad a los dispositivos tecnológicos y el acceso limitado a internet obstaculizó el que los sectores menos favorecidos de la población dieran continuidad a sus procesos de enseñanza y aprendizaje (ONU,2020). Empero, ello no fue lo único. En esta pandemia la escasez de los recursos humanos también irrumpió en el acceso al servicio educativo. La otra cara de la desigualdad educativa que vivieron ciertos sectores fue la de no tener personal docente completo, a pesar de ser parte de la normalidad mínima que se indica debe darse en el funcionamiento cotidiano de los centros escolares (Diario Oficial de la Federación, [DOF] 2013). En este Apunte se reportan algunos datos que dan cuenta de ello: Se observó que en una escuela secundaria los alumnos y alumnas no recibieron 780 horas durante el ciclo escolar 2020-2021 de las 1400 estipuladas por la SEP. Se confirma que l a educación es pobre para los pobres (Latapí, 2009). Los recursos asignados para los recintos escolares de los grupos en condiciones de vulnerabilidad son limitados y de baja calidad.
covid-19 que, de ya, han impulsado regresiones importantes en los sistemas educativos de América Latina, tomando como base las
condiciones que prevalecían en la región al momento en que se declaró el cierre de escuelas, en marzo de 2020.